Lo primero a tener en cuenta del funcionamiento del reconocimiento facial o de los lectores de huella dactilar es que no se almacena imagen de la misma. Algunos terminales permiten almacenar fotografía del empleado, pero es una opción que se puede desactivar en caso de que así se desee y en ningún caso es necesario el tener la imagen de la huella o la cara almacenados para poder identificar a la persona.
Cuando registramos una huella o cara en el terminal lo que hace el terminal es buscar varios puntos significativos en la misma, calcular distancias y realizar una operación matemática que no tiene inversa y genera un hash (secuencia de letras y números) que es lo que realmente se almacena en la memoria del terminal.
Cuando la persona va a acceder colocando su huella el terminal vuelve a hacer el proceso anterior obteniendo de nuevo un hash. Éste se compara con los que se encuentran almacenados en memoria y, si coincide con alguno, facilita el acceso y registra el fichaje, hora, fecha e incidencia.
Gracias a los sistemas biométricos dispondremos de una seguridad extra en instalaciones tales como Centros de procesamiento de datos (CPD), oficinas, almacenes… y tendremos un registro de quien accedió y a que hora, lo que es muy útil para saber quien había en el recinto a la hora a la se produjo un incidente.
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